By Cookin'Up | Published | 2 comentarios
-¿Nunca te has parado a pensar que sucede en la cabeza del sumiller cuando después de descorchar, pregunta quién probara el vino?
-¿En qué piensa esa persona que está junto a vuestra mesa de pie, botella en mano y a la espera de noticias?
-¿Qué hace con su mente durante el minuto y poco (que para él o ella son meses) en el que tu cuñado se dedica hacer el “indio” con la copa, moviendo la muñeca como si estuviese en un rodeo, o intentando ver Cuenca a través de la copa?
Pues la verdad, ¡todo un mundo! Es realmente curioso y digno de estudio esta circunstancia, que pasa de puntillas todos los días en miles de restaurantes. Y claro, cada persona es un mundo…y cada sumiller también. No seré yo quien resuelva este enigma, pero al menos te contaré en lo que he pensado durante los descorches del pasado 2016.
Es cierto que durante ese minúsculo espacio de tiempo se pueden pensar muchas cosas, desde insignificantes hasta trascendentes, del vino descorchado o ajeno al mismo, pasando por momentos de felicidad, miedo, inseguridad…. Pero lo que sí es verdad, es que al menos, se piensa, que no es poco en estos tiempos sin cabeza.
En mi caso, que descorcho alrededor de las 3000 botellas al año (os aseguro que no es ninguna proeza, máxime cuando repito algunos vinos horrorosos), dedicando alrededor de 2 minutos en cada descorche, cata y prueba. El resultado es que empleo al año más 96 horas (4 días) en este importante tramo de mi trabajo. ¡Vaya tela!
-¿Y sabes que ha pensado este que te escribe, durante ese tiempo muerto? Íntegramente a un tema que me preocupa muchísimo, no solo como profesional, sino también como aficionado de la copa, ¡¡España bebe poco vino!!, muy poco.
-¿Cual es la razón por la cual el vino cada día se aleja más de los jóvenes?
-¿Por qué siendo el cuarto país productor del vino en el mundo nuestro consumo ronda los 21.26 litros per cápita?
-¿Te parece mucho 21.26? Pues no lo es, estamos por debajo de países con tradición cervecera como Alemania (24.84), Bélgica (23.07) o Reino Unido (21.99) que sin duda nos sacan los colores. Pero claro, nuestros números aún están lejísimos de Países como Francia (42.51), Portugal (41.74), Italia (33.3) y muy muy lejos del líder, El Vaticano, con sus 52.25 litros, si es verdad que entre tanta reunión y tanta sangre de Cristo se va mucho vino “forzado” en el trabajo.
Y mientras tanto la cerveza de Barril sube tanto sus números de consumo como baja la calidad de la misma (hay excepciones). Os puedo asegurar que en España hay más nivel de gaseosas que de cervezas de grifo, cuestión por la cual yo siempre tomo clara. Ojo que con este comentario no digo que la cerveza tenga la culpa, ¡noo! La cerveza asume su cómodo papel de beneficiario. ¡Eso sí! sometiendo al mercado a sus guerras de precio y calidad. Esto ha generado al consumidor un daño, beneficio o derecho adquirido, llamémoslo como queramos, ya que este da importancia, no en todos los casos, al precio de su caña (la cual ha de llevar adjunta tapa sin coste y cesta de pan cerca) y no la calidad de cerveza que tenga el local, haciendo que la opción de >>una Caña<< gane enteros a la hora de tomar la decisión de pedir. Yo he llegado a ver locales que servían cañas a 0.40€.
-¿Qué hemos hecho mal?
-¿Qué no hemos hecho?
-¿Por qué un país productor como el nuestro, vende tan poco en casa?
-¿De quién es verdaderamente la culpa? El caso es que son preguntas, estas y otras muchas, que parecen no tener respuesta, pero que todas están vinculadas al bajo consumo. Yo lo tengo muy claro, TODAS y cada una de las partes implicadas en el vino tenemos parte de culpa. Desde productores hasta sumilleres, pasando por periodistas, críticos, camareros, hosteleros, publicistas, etc. etc, todo ha sumado para el desastre. Y menos mal que el vino aún no ha caído en las garras de los realitys.
Culpa tiene la falta de cultura del vino; la nula conexión con el consumidor que realmente bebe, el estilizar en exceso el pavoneo a la hora de tomar una copa de vino, en hacer que el vino sea para entendidos y especialistas, en girar mucho la copa y beber poco; también tienen culpa los sumilleres que durante tiempo han sido demasiado arrogantes y faltos de humildad; los bares no estudian una oferta oportuna para su mercado, descuidan los precios, no les interesa que las copas sean las adecuadas y mantienen, en muchos casos, una pésima gestión de conservación de los descorches, culpa tiene el precio en hostelería con márgenes, en algunos casos, desorbitados y que solo hacen que alejar las ganas de pedir, culpa tiene la mala publicidad …….y así estaríamos hasta semana santa.
La solución pasa, creo, por ofrecer un mensaje más simple por parte de bodegas, sumilleres, prescriptores, etc. para lograr que el simple gesto de tomar una copa de vino sea una acción de disfrute y no de técnica. El vino necesita gente joven que viva y beba vino sin complejos ni tapujos, que lo disfrute igual que la cerveza, el vermut… Es paradójico (poniendo un ejemplo práctico) como a la hora del aperitivo, tomando un vino parece que tenemos la obligación de saber adivinar aromas imposibles y matices innecesarios. Y lo que es peor, <<tienes que saber coger la copa>>.
Sin duda estamos a tiempo de reflexionar y hacer autocrítica para lograr enderezar el rumbo que merece el vino. Dejemos la parte técnica a expertos, críticos, blogueros, etc. que han de calificar y opinar de cada vino a través de la cata porque es su trabajo, el resto de los mortales, a disfrutar.
Hace no mucho tiempo, coincidimos alrededor de una incómoda mesa un ameno grupo de gente disfrutona del placer mundano, de diferentes escalas de edad (me viene a la memoria Placeres Mundanos, nombre que llevaba un gran programa de Radio 3 pilotado por Orlando Lumbreras, que desde que cesó su emisión, las mañanas del domingo quedaron huérfanas) el tiempo pasaba al son de la conversación, varias botellas de vino y chacinas caseras; hablábamos, nos servíamos vino y más vino, picábamos un poco… Y después de 2 horas largas, alguien de la parte más joven suelta lo siguiente:
-¿Cómo puedo sumergirme en esto del vino?
-¿Cómo puedo saber y entender de vinos?- preguntaba sin darse cuenta de que tenía la respuesta frente a ella, pero aún así le dije -Pues amiga mía, haciendo esto, beber y disfrutar sin más.
¡MÁS BEBER Y MENOS CATAR!
2 Responses
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Totalmente de acuerdo con esta reflexión
http://www.soyhostelero.com
Muy de acuerdo en su mayoría…..y es que de vino puede «saber» cualquiera que quiera dusfrutar de él.
El mejor vino, siempre comento, es el que más te guste…..para gustos los colores.
El modernismo mal entendido lleva a catar mucho y beber poco.
¡Viva el vino….y las mujeres!